A causa de la cultura-mundo, los productos culturales generados en ella son exportados y en muchos casos carecen de contenido o se pierde por la descontextualización. Esto es, al ser creados por una cultura (de origen) y al exportarse y ser recibido por una cultura distinta el significado del objeto cambia, se distorsiona o se pierde.La perdida de significado en los productos culturales se vuelve común, una obra de arte puede ser estampada en un llavero; o un icono revolucionario puede ser ridiculizado, convirtiéndose en un chiste, olvidando sus hazañas, historia e ideales. Por ejemplo la figura de Ernesto el Che Guevara, figura emblemática de la Revolución Cubana, su imagen se conoce en todo el mundo, pero de qué manera.
La
imagen del Che representa valores de libertad y justicia, ideales de José Martí le dieron vida a la cuba revolucionaria, un país polémico por la política
que maneja. Así el Che se convirtió
en un icono revolucionario, pero debido a la cultura-mundo se transformó en sólo una imagen.
Por
la popularidad de la figura del Che,
varias empresas se apropiaron de ella, convirtiéndolo en objeto de moda, le
quitaron el significado y lo volvieron mercancía, llegando al extremo de
ridiculizarlo al estampar en una playera su foto y debajo poner “No sé quién es
pero está de moda” . La frase lo resume todo, no importa lo que
represente pero si todos lo tienen y eso me permite ser parte del grupo de personas
que consume su imagen, también lo haré sin el mínimo conocimiento de quién sea
esa persona. Por lo mismo Lipovetsky y Serroy denuncian a los mass media por caricaturizar formas simbólicas
culturales.
Muchos
intelectuales han criticado la cultura de masas. Marejada de producción adocenada y kitsch, acusada de alienar
y manipular a la población, la cultura de masas aparece como una amenaza para
el espíritu y la verdadera cultura que transforma y caricaturiza las obras
elevadas, reduciéndolas a la condición de productos comerciales destinados a
los placeres del entretenimiento.[1]
Con
el ejemplo que presento, Lipovetsky y Serroy no se equivocan con las obras de
arte, se reproducen como mercancía, lo mismo pasa con la formas simbólicas de
una cultura como la cubana donde el Cheno es una figura, sino es su historia, la imagen del Che al ser convertida en un producto pierde su significado y alllegar al consumidor es una mercancía más o mejor dicho, cambia a significar un
artículo de moda.
Otro
ejemplo de caricaturizar la imagen del Che
es un capítulo de la serie norteamericana,
The Simpsons. Donde exponen un cartel publicitario con la imagen del che y
trivializando la frase “Patria o Muerte” con la de “El Duffo o Muerte” (imagen: 2). El icono revolucionaria
se convierte en chiste, en artículo de
consumo, en moda. Accesible a todo público para satisfacer las
necesidades de consumir y consumir. Lipovetsky y Serroy explican el por qué de
esta forma de convertir todo en mercancía.
Los
nuevos bienes culturales vienen envueltos, en efecto en una retorica de la
simplicidad que exige al público el menor esfuerzo posible. En los antípodas de
las vanguardias herméticas y elitistas, la cultura de masas quiere ofrecer
novedades accesibles, para el público más amplio posible y que distraigan a la
mayor cantidad posible de consumidores. Su intención es divertir, dar placer,
posibilitar una evasión fácil y accesible para todos, sin necesidad de
formación alguna, sin referentes culturales concretos y eruditos. Lo que
inventan las industrias culturales no es más que una cultura transformada en
artículos de consumo de masas.[2]
Como
estos dos ejemplos existen muchos donde se trivializan aspectos simbólicos de alguna cultura, la industria y el consumidor les quitan el significado y se
vuelven una mercancía de moda.
Bibliografía.
Gilles, Lipovetsky y Serroy, Jean. “El mundo
como imagen y comunicación” en La cultura
mundo. Respuesta a una sociedad desorientada. Anagrama. 2010, pp. 75- 120.
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